Mitos y leyendas acerca del anciano bonachón
que deja regalos en los árboles durante la Navidad
Los finlandeses afirman que Santa Claus vio la luz en ese país y lo consideran el habitante más famoso de Rovaniemi, ciudad cercana al Círculo Polar Artico. Pero sus vecinos, los suecos, dicen que Suecia es la patria de Santa; ambos comparten el frío y la nieve, elementos muy lejanos a San Nicolás, el personaje forjado mucho después bajo el ardiente sol de la pequeña aldea asiática de Patara, hoy Turquía.
Pero todos -envueltos en verdades y leyendas- forjaron la mayor fantasía de los niños del mundo: la del anciano bonachón que baja del cielo en trineo y deja regalos en los árboles y las chimeneas de la Navidad.
En Rovaniemi el anciano de la barba blanca inauguró en 1998 su propio parque, el SantaPark, situado en lo más profundo de una cueva rocosa, que tiene un pasadizo que desemboca en la casa de Santa Claus, en el barrio de Korvatunturi.
En el parque hay un carrusel y un trineo mágico que se desliza por el paisaje nórdico, arrastrado por Rodolfo, el reno de la nariz colorada, el mismo que vive en la Granja de los Renos, a medio camino entre la casa de Santa y el parque.
También los suecos construyeron un mundo para Santa Claus, que vive acompañado por los elfos durante todo el año menos los días cercanos a la Navidad, cuando apronta su trineo y sus renos para emprender el largo viaje planetario y visitar a los niños.
Tanto este Santa Claus sueco, como el finlandés, se muestran acompañados por elfos vestidos con gorros colorados. Según la mitología los elfos son algo así como duendes movedizos y alegres que desempeñaron un rol importante en la historia de la Europa del Norte. Se dice que vivían en pequeños grupos adentro de cuevas ocultas en los bosques.
La fantasía que provocan estos barbados y bonachones ancianos no podría ser más maravillosa para los chicos del mundo: esperar el trineo tirado por renos, que viene en diciembre desde la helada Laponia con su cargamento de juguetes y dulces.
San Nicolás, el otro famoso
El otro famoso es San Nicolás, nacido allá por el 300 d.C, en tiempos en que paganos y cristianos se alternaban en el poder. Su casa natal en Patara, actual territorio de Turquía, ya no existe, pero aún hay allí restos arquitectónicos de ese período.
En su juventud vivió en Mira, en cuya iglesia fue ordenado obispo, revelándose como un apasionado oponente de las religiones paganas y gran defensor de la fe cristiana. Murió el 6 de diciembre, probablemente del 342 d.C., y fue sepultado en una iglesia levantada en su honor de la cuál apenas quedan ruinas.
Entre los milagros que se le atribuyen se destaca el de haberle devuelto la vida a tres infantes, sacrificados por un posadero y su mujer, hecho tan difundido en la región que lo convirtió en gran amigo de los niños y en su santo patrono.
Un poema que tiene más de 150 años dice: "los niños dormidos, cada uno en su cama / soñaban sueños dulces de chocolate en rama".
Pero una noche del año 1087 una barca pesquera se deslizó sobre la playa y de ella bajaron tres hombres que se llevaron de la iglesia el cuerpo embalsamado del santo.
El extraño "secuestro" de quién también era Patrono del Mar, fue hecho por pescadores cristianos que temían que los invasores turcos, de fe islámica, destruyeran la tumba. Los pescadores venían del importante puerto de Bari, en el sur de Italia.
En ese tiempo los habitantes de Bari comerciaban activamente con el Asia Menor y su profunda fe religiosa aún sigue vigente en la vida cotidiana. Allí el santo encontró su definitivo lugar de reposo; su tumba, en el subsuelo y debajo del altar principal, está en la Iglesia de San Nicolás, uno de los mayores exponentes de la arquitectura románica en Europa.
Los peregrinos llegan en busca del aceite maná, que se dice fluye regularmente de los huesos del santo, y también a ver sus reliquias. Aún ahora San Nicolás domina la vida en Bari, que lo considera, además de su santo patrono, antiguo símbolo de generosidad y de perpetua ayuda a los más disímiles oficios.
De los navegantes, por ser el patrono del mar, pero también lo es de las mujeres solteras, los convictos y muy especialmente de los niños. Está considerado el santo más popular de la Edad Media, cuya veneración se difundió desde Bari a toda Europa.
Tanta diversidad ayudó a que nadie se extrañara cuando en la década del •20 la empresa Coca Cola lo adoptara como símbolo de su campaña publicitaria.
La multinacional instruyó a su departamento de publicidad para que incluyera a un San Nicolás, vestido de rojo y blanco, en sus campañas de Navidad, y también convocó a famosos artistas que lo popularizaron en todo el mundo.
De alguna manera el círculo de esta historia se ha cerrado. San Nicolás nació en un pasado atrapado entre elementos cristianos y paganos, un pasado en el que se forjó un modelo de generosidad y protección hacia los niños.
Tal vez ese sea el secreto de la popularidad de este personaje, ya sea que venga desde la helada Laponia o de las exóticas costas de Túnez.