Nunca perdamos nuestra capacidad de entusiasmarnos.
Jamás perdamos la de indignarnos.
Nunca juzguemos con apresuramiento a un hombre; pero, si es necesario hacerlo, supongamos que es bueno o, por lo menos, que se encuentra en aquella zona nebulosa situada entre el bien y el mal.
Si no perdemos ser generosos cuando es difícil serlo, tampoco lo seremos cuando sea fácil.
Lo que infunde más confianza en sí mismo es poder hacer bien cualquier cosa que sea.
Cuando logremos esa confianza, esforcémonos por ser humildes, pues tampoco así seremos superiores a los demás.
Y la manera de hacerse uno realmente útil es buscar lo mejor que otros cerebros pueden ofrecer. Asimilemos sus enseñanzas, y reconozcamos sus méritos cuando nos hayan ayudado.