El alumno pregunta a su Maestro que era el cielo y el infierno. Esperaba una respuesta sabia, pero en cambio, recibió una frase llena de desdén y desprecio que lo exasperó por completo.
Parado en medio de la sala, miró a su maestro lleno de ira, y desenvainando su espada, le increpó: No tienes derecho a responderme así ! podría matarte por esa actitud despreciativa que has tenido!
El maestro se acercó lentamente y le dijo con mucha calma: Eso que has sentido es el infierno
El alumno inmediatamente acusó recibo y se sintió profundamente avergonzado por su reacción. En medio de su emoción, se arrodillo y le pidió disculpas, explicando que había comprendido la lección.
El maestro le puso una mano en el hombro, y le dijo con mucha calma: Eso que has sentido es el cielo.
¿Cuantas veces habrá el maestro gritado hasta aprender esto? El silencio ayuda al respeto
¡Cuántos alumnos se necesitan para saberlo! El clamor obliga a la reflexión
Ambos se necesitan.