La belleza de un saludo

Cuenta una historia que un empleado trabajaba en una planta empacadora de
carne. Un día terminando su horario de trabajo, fue a uno de los
refrigeradores para inspeccionar algo; se cerró la puerta con el seguro y se
quedó atrapado dentro del refrigerador. Golpeó fuertemente la puerta y
empezó a gritar, pero nadie lo Escuchaba.

La mayoría de los trabajadores se habían ido a sus casas, y era casi
imposible escucharlo por el grosor que tenía esa puerta. Llevaba cinco horas
en el refrigerador al borde de la muerte... cuando de repente la puerta se
abrió!

El guardia de seguridad entro y lo rescató. Después de esto, le preguntaron
al guardia, cómo fue que se le ocurrió abrir justo esa puerta, considerando
además, que esta tarea, no era parte de su rutina de trabajo ??. El explicó:
llevo trabajando en ésta empresa 35 años; cientos de trabajadores entran a
la planta cada día, pero él es el único que me saluda en la mañana y se
despide de mi en las Tardes.

El resto de los trabajadores me tratan como si fuera invisible. Hoy me dijo
" HOLA " a la entrada, pero nunca escuché - "HASTA MAÑANA" - Yo siempre
espero por ese hola, buenos días, y ese chau o hasta mañana - cada día.
Por ello, al notar el paso de las horas y saber, que todavía no se había
despedido de mi, pensé.. que debía estar en algún lugar del edificio, por
lo que lo busqué y "gracias a Dios, lo encontré "

Saludos

LA CIGARRA Y LA HORMIGA

VERSIÓN CLÁSICA

- La hormiga trabaja a brazo partido todo el verano bajo un calor aplastante.
- Construye su casa y se aprovisiona de víveres para el invierno.
- La cigarra piensa que la hormiga es tonta y se pasa el verano riendo, bailando y jugando.
- Cuando llega el invierno, la hormiga se refugia en su casita donde tiene todo lo que le hace falta hasta la primavera.
- La cigarra, tiritando, sin comida y sin cobijo, muere de frío

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VERSIÓN NUEVA (CONTEMPORANEA)

La hormiga trabaja a brazo partido todo el verano bajo un calor aplastante.

Construye su casa y se aprovisiona de víveres para el invierno.

La cigarra piensa que la hormiga es tonta y se pasa el verano riendo, bailando y jugando.

Cuando llega el invierno, la hormiga se refugia en su casita donde tiene todo lo que le hace falta hasta la primavera.

La cigarra, tiritando, sin comida y sin cobijo...organiza una rueda de prensa en la que se pregunta por qué la hormiga tiene derecho a vivienda y comida, cuando hay otros, con menos suerte que ella, que tienen frío y hambre.

C5N organiza un programa en vivo en el que la cigarra sale pasando frío y calamidades, y en el programa "6,7,8" de Canal 7 pasan extractos de vídeo de la hormiga bien calentita en su casa y con la mesa llena de comida.

Todo el mundo se sorprende de que en un país próspero como el suyo dejen sufrir a la pobre cigarra mientras hay otros que viven en la abundancia.

Se organiza a través de facebook una marcha en apoyo a la cigarra.

Las asociaciones contra la pobreza, los Sin Tierra, los Sin Techo, los Sin Departamento, Hebe de Bonafini, Luis D'elía, Hugo Chavez, Los Chalchaleros, la chancha y los 20 chanchitos, y la Comisión de Derechos Humanos se manifiestan delante de la casa de la hormiga y la pintarrajean.

Victor Hugo Morales organiza un programa en el que cuestiona cómo la hormiga se ha enriquecido a espaldas de la cigarra... e insta al público a opinar en sus encuestas telefónicas y on line, a través de una mañosa pregunta donde tienen qué escoger si son partidarios de la igualdad o de la discriminació n. (como la 'egoísta e insensible hormiga').

En respuesta a los sondeos de opinión, el gobierno prepara una ley sobre la paridad económica y otra - con efecto retroactivo desde el verano - contra la discriminació n.

Los impuestos a la hormiga son elevados notoriamente y por si fuera poco, se le asigna una altísima multa porque no se hizo cargo de la cigarra en el invierno.

La casa de la hormiga es embargada por el impago de los altos impuestos y la multa...

La hormiga, decepcionada, empaca y termina por irse a otro país, donde su esfuerzo sea reconocido y pueda disfrutar libremente de los frutos de su trabajo... donde no se le juzgue ni se le castigue, cuando tenga éxito.

La antigua casa de la hormiga se convierte en albergue social para cigarras que irresponsablemente se reproducen, y que esperan a que alguien llegue a "donarles" los choripanes, la coca-cola, la cerveza, y los recursos para sobrevivir dignamente ellas y sus descendientes.

La TV realiza un programa especial sobre la cigarra, ahora bien gorda y lustrosa...Está a punto de terminar las últimas provisiones de la hormiga aunque la primavera queda lejana todavía.

La antigua casa de la hormiga, ahora convertida en vivienda social para cigarras, se deteriora por la falta de cuidados de ésta.

Se critica duramente al gobierno por la escasez de medios asignados a la cigarra...Los partidos proponen una comisión de investigación pluripartidista, que costará 10 millones de pesos.

Entretanto la cigarra muere de una sobredosis.. .

Los medios de comunicación comentan que es debido a la falta de medios del gobierno a la hora de luchar contra las desigualdades sociales y la injusticia económica...

La casa termina siendo ocupada por una banda de arañas inmigrantes. ..El gobierno se felicita por la diversidad multicultural del Estado Argentino...

Las arañas organizan una red de tráfico de drogas y tienen aterrorizado a todo el barrio...

FIN???...

Triste pero es nuestra realidad...

CUALQUIER SEMEJANZA CON NUESTRO PAÍS,

DESDE LUEGO,

ES LA PURA VERDAD!!!

LO MALO DE COMPARTIR ESTA FÁBULA ES QUE MUCHOS NI SIQUIERA LA ENTENDERÁN (a los que les conviene.... )...Y OTROS NI SIQUIERA LA REFLEXIONARÁN. ..HABRÁ QUIÉNES SE IDENTIFIQUEN CON LA HORMIGA, Y QUIENES CON LA CIGARRA....

PERO LO CIERTO ES QUE, HASTA QUE EL SISTEMA DEJE DE COBIJAR A CIGARRAS HOLGAZANAS Y A MAÑOSAS ALIMAÑAS, QUE SÓLO SE DEDICAN A CRITICAR A LOS QUE HAN LOGRADO LO QUE ELLOS NO, A HACER "PIQUETES", DECIR LO QUE OTROS 'DEBEN' HACER...Y A HABLAR Y HABLAR, PERO NO A TRABAJAR...

SEGUIREMOS SIENDO UN PAÍS DE NUNCA CRECER Y NUNCA PROGRESAR...

AHORA SI NO COMPARTES ESTA LECTURA, LA REFLEXIÓN SOBRE ESTA SITUACIÓN NO SE DARÁ Y EN VEZ DE TENER MAS HORMIGAS EN EL PAÍS, CRECERÁ LA PLAGA DE CIGARRAS QUE YA TENEMOS...

La Crisis segùn Albert Einstein

No pretendamos que las cosas cambien si seguimos haciendo lo mismo.

La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos.

La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mis mo sin quedar 'superado'. Q

uien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones.La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia.

El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia.

Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla.

ALBERT EINSTEIN

La Argentina Insolente

En mi casa me enseñaron bien.
Cuando yo era un niño, en mi casa me enseñaron a honrar dos reglas sagradas:

Regla N° 1: En esta casa las reglas no se discuten.
Regla N° 2: En esta casa se debe respetar a Papá y Mamá.

Y esta regla se cumplía en ese estricto orden. Una exigencia de Mamá, que nadie discutía... Ni siquiera Papá. Astuta la vieja, porque así nos mantenía a raya con la simple amenaza: “Ya van a ver cuando llegue Papá”. Porque las mamás estaban en su casa. Porque todos los papás salían a trabajar... Porque había trabajo para todos los papás, y todos los papás volvían a su casa.

No había que pagar rescate o ir a retirarlos a la morgue. El respeto por la autoridad de Papá (desde luego, otorgada y sostenida graciosamente por mi Mamá) era razón suficiente para cumplir las reglas.

Usted probablemente dirá que ya desde chiquito yo era un sometido, un cobarde conformista o, si prefiere, un pequeño fascista, pero acépteme esto: era muy aliviado saber que uno tenía reglas que respetar. Las reglas me contenían, me ordenaban y me protegían.
Me contenían al darme un horizonte para que mi mirada no se perdiera en la nada, me protegían porque podía apoyarme en ellas dado que eran sólidas... Y me ordenaban porque es bueno saber a qué atenerse. De lo contrario, uno tiene la sensación de abismo, abandono y ausencia.

Las reglas a cumplir eran fáciles, claras, memorables y tan reales y consistentes como eran “lavarse las manos antes de sentarse a la mesa” o “escuchar cuando los mayores hablan”.

Había otro detalle, las mismas personas que me imponían las reglas eran las mismas que las cumplían a rajatabla y se encargaban de que todos los de la casa las cumplieran. No había diferencias.
Éramos todos iguales ante la Sagrada Ley Casera.

Sin embargo, y no lo dude, muchas veces desafié “las reglas” mediante el sano y excitante proceso de la “travesura” que me permitía acercarme al borde del universo familiar y conocer exactamente los límites. Siempre era descubierto, denunciado y castigado apropiadamente. .

La travesura y el castigo pertenecían a un mismo sabio proceso que me permitía mantener intacta mi salud mental. No había culpables sin castigo y no había castigo sin culpables. No me diga, uno así vive en un mundo predecible..

El castigo era una salida terapéutica y elegante para todos, pues alejaba el rencor y trasquilaba a los privilegios. Por lo tanto las travesuras no eran acumulativas. Tampoco existía el dos por uno. A tal travesura tal castigo. Nunca me amenazaron con algo que no estuvieran dispuestos y preparados a cumplir.

Así fue en mi casa. Y así se suponía que era más allá de la esquina de mi casa. Pero no. Me enseñaron bien, pero estaba todo mal. Lenta y dolorosamente comprobé que más allá de la esquina de mi casa había “travesuras” sin “castigo”, y una enorme cantidad de “reglas” que no se cumplían, porque el que las cumple es simplemente un estúpido (o un boludo, si me lo permite decir).

El mundo al cual me arrojaron sin anestesia estaba patas para arriba.
Conocí algo que, desde mi ingenuidad adulta (sí, aún sigo siendo un ingenuo), nunca pude digerir, pero siempre me lo tengo que comer: "La impunidad". ¿Quiere saber una cosa? En mi casa no había impunidad.

En mi casa había justicia, justicia simple, clara, e inmediata. Pero también había piedad.

Le explicaré: Justicia, porque “el que las hace las paga”. Piedad, porque uno cumplía la condena estipulada y era dispensado, y su dignidad quedaba intacta y en pie. Al rincón, por tanto tiempo, y listo... Y ni un minuto más, y ni un minuto menos. Por otra parte, uno tenía la convicción de que sería atrapado tarde o temprano, así que había que pensar muy bien antes de sacar los pies del plato.

Las reglas eran claras. Los castigos eran claros. Así fue en mi casa.
Y así creí que sería en la vida. Pero me equivoqué. Hoy debo reconocer que en mi casa de la infancia había algo que hacía la diferencia, y hacía que todo funcionara. En mi casa había una “Tercera Regla” no escrita y, como todas las reglas no escritas, tenía la fuerza de un precepto sagrado. Esta fue la regla de oro que presidía el comportamiento de mi casa:

Regla N° 3: No sea insolente. Si rompió la regla, acéptelo, hágase responsable, y haga lo que necesita ser hecho para poner las cosas en su lugar.

Ésta es la regla que fue demolida en la sociedad en la que vivo..

Eso es lo que nos arruinó: LA INSOLENCIA.

Usted puede romper una regla - es su riesgo - pero si alguien le llama la atención o es atrapado, no sea arrogante e insolente, tenga el coraje de aceptarlo y hacerse responsable. Pisar el césped, cruzar por la mitad de la cuadra, pasar semáforos en rojo, tirar papeles al piso, tratar de pisar a los peatones, todas son travesuras que se pueden enmendar... a no ser que uno viva en una sociedad plagada de insolentes.

La insolencia de romper la regla, sentirse un vivo, e insultar, ultrajar y denigrar al que responsablemente intenta advertirle o hacerla respetar. Así no hay remedio.

El mal de los Argentinos es la insolencia. La insolencia está compuesta de : petulancia, descaro y desvergüenza. .

La insolencia hace un culto de cuatro principios:

- Pretender saberlo todo
- Tener razón hasta morir
- No escuchar
- Tú me importas, sólo si me sirves.

La insolencia en mi país admite que la gente se muera de hambre y que los niños no tengan salud ni educación.

La insolencia en mi país logra que los que no pueden trabajar cobren un subsidio proveniente de los impuestos que pagan los que sí pueden trabajar (muy justo), pero los que no pueden trabajar, al mismo tiempo cierran los caminos y no dejan trabajar a los que sí pueden trabajar para aportar con sus impuestos a aquéllos que, insolentemente, les impiden trabajar. Léalo otra vez, porque parece mentira.

Así nos vamos a quedar sin trabajo todos.
Porque a la insolencia no le importa, es pequeña, ignorante y arrogante.

Bueno, y así están las cosas. Ah, me olvidaba, ¿Las reglas sagradas de mi casa serían las mismas que en la suya? Qué interesante. ¿Usted sabe que demasiada gente me ha dicho que ésas eran también las reglas en sus casas?
Tanta gente me lo confirmó que llegué a la conclusión que somos una inmensa mayoría. Y entonces me pregunto, si somos tantos, ¿por qué nos acostumbramos tan fácilmente a los atropellos de los insolentes?

Yo se lo voy a contestar.

PORQUE ES MÁS CÓMODO, y uno se acostumbra a cualquier cosa, para no tener que hacerse responsable. Porque hacerse responsable es tomar un compromiso y comprometerse es aceptar el riesgo de ser rechazado, o criticado. Además, aunque somos una inmensa mayoría, no sirve para nada, ellos son pocos pero muy bien organizados. Sin embargo, yo quiero saber cuántos somos los que estamos dispuestos a respetar estas reglas.

Le propongo que hagamos algo para identificarnos entre nosotros.

No tire papeles en la calle. Si ve un papel tirado, levántelo y tírelo en un tacho de basura. Si no hay un tacho de basura, llévelo con usted hasta que lo encuentre. Si ve a alguien tirando un papel en la calle, simplemente levántelo usted y cumpla con la regla 1. No va a pasar mucho tiempo en que seamos varios para levantar un mismo papel.

Si es peatón, cruce por donde corresponde y respete los semáforos, aunque no pase ningún vehículo, quédese parado y respete la regla.

Si es un automovilista, respete los semáforos y respete los derechos del peatón. Si saca a pasear a su perro, levante los desperdicios.

Todo esto parece muy tonto, pero no lo crea, es el único modo de comenzar a desprendernos de nuestra proverbial INSOLENCIA.

Yo creo que la insolencia colectiva tiene un solo antídoto, la responsabilidad individual. Creo que la grandeza de una nación comienza por aprender a mantenerla limpia y ordenada.
Si todos somos capaces de hacer esto, seremos capaces de hacer cualquier cosa.

Porque hay que aprender a hacerlo todos los días.. Ése es el desafío.
Los insolentes tienen éxito porque son insolentes todos los días, todo el tiempo. Nuestro país está condenado: O aprende a cargar con la disciplina o cargará siempre con el arrepentimiento.

¿A USTED QUÉ LE PARECE?

¿PODREMOS RECONOCERNOS EN LA CALLE ?

Espero no haber sido insolente.

En ese caso, disculpe.

Dr. Mario Rosen